Terminar con privilegios de sindicatos aerocomerciales
El Gobierno dispuso reglamentaciones que respetan la seguridad operacional, eficientizan costos y encuadran a la industria en estándares internacionales
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En febrero pasado, Aerolíneas Argentinas (AA) reportó un primer superávit operativo desde la reestatización de 2008, anticipando que este año no demandará millonarios fondos al Tesoro nacional como históricamente venía haciendo.
Pablo Biró, el líder sindical que fue echado del directorio de la compañía en esta nueva gestión, volvió a ser elegido al frente de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) en febrero último. Pocos han hecho tanto como él por cercenar la competitividad de la empresa con sus salvajes e inescrupulosos reclamos. El gremio anunció un paro total para el martes próximo, que afectará las operaciones en Ezeiza y en el aeroparque Jorge Newbery. La lista de reclamos incluye los “incumplimientos convencionales perpetrados” por Aerolíneas Argentinas, “el prolongado retraso en la pauta salarial” y “la ausencia de una estrategia clara y sostenible para el futuro de la compañía”. Acostumbrados a los aprietes, los gremialistas mencionan también el delicado tema de las recurrentes fallas técnicas en los aviones por falta de inversión, con fuerte impacto en las condiciones laborales y operativas tanto como en el servicio al público.
La desregulación en el sector aeronáutico continúa avanzando con cambios en las condiciones laborales en busca de asemejarlas técnicamente a los estándares internacionales. Esto presupone fijar unos mínimos que las vuelven entre un 10 y 12 por ciento más exigentes que las actuales. El reciente decreto que reglamentó las modificaciones al código aeronáutico, posterior al comunicado sindical anunciando el paro, fija lo que pasa a ser el piso de las nuevas condiciones que entrarían en vigencia en 30 días. En lo inmediato no se plantean cambios para las empresas que ya operan en nuestros cielos, pero sí para aquellas que puedan desembarcar de aquí en más. De todas maneras, las empresas pueden acordar términos más favorables para sus trabajadores, tal como históricamente ha venido ocurriendo con nuestra línea aérea de bandera, que dilapidaba los fondos del Estado.
Se establecen menos días de vacaciones anuales y nuevas regulaciones sobre los períodos mínimos de descanso entre jornadas para pilotos, copilotos, tripulantes de cabina y comisarios de a bordo. Las horas máximas de vuelo dejan de ser 8 diarias para pasar a 10, y de 800 a 1000 anuales, con un descanso semanal que se reducirá de las 36 horas actuales a 30. El mínimo de días consecutivos de vacaciones anuales será de 15, en lugar de los actuales 40. El tiempo máximo de trabajo a bordo de un tripulante de cabina solo no deberá superar las 14 horas, podrá ser de 16 horas con uno adicional y de 18 con dos adicionales. Los nuevos períodos obligatorios de descanso serán de 30 horas mínimas por cada 168 consecutivas (una semana), y nunca inferiores a 10 horas consecutivas entre jornadas.
Otro de los más que razonables cambios introducidos es que no se considerará más como parte del servicio el tiempo del traslado al aeropuerto ni tampoco la espera previa al vuelo, una situación por demás anómala que no rige en otros ámbitos laborales.
Empresas como JetSmart y Flybondi hicieron una lectura positiva de esta adaptación a un marco regulatorio en línea con los estándares internacionales. Entienden que se les asegura mayor autonomía para que las compañías aéreas puedan organizar su operación de manera más eficiente.
Observadores no descartan que Aerolíneas Argentinas pueda denunciar la iniciativa oficial, lo cual obligaría a establecer una nueva negociación que incluya la discusión de todo el marco laboral. La Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA) analiza las nuevas normas y tampoco descarta realizar alguna presentación judicial. Si ninguna cámara rechazara el DNU ni se judicializara la cuestión, quedará vigente.
Mientras el gremio de los pilotos advirtió tendenciosamente que los cambios implican amenazas a la seguridad y habló de aumento de fatiga por presencia de una carga de trabajo elevada, la Secretaría de Transporte destacó que las modificaciones respetan la seguridad operacional del sistema y eficientizan costos, con normas que dejan de “reflejar características gremiales para centrarse en lo netamente técnico”. Los privilegios, las extorsiones y prepotencias de quienes por años vienen llevando a la compañía a la ruina con el dinero de todos deben terminarse. El cielo también tiene techo.
